26 de noviembre de 2015

Una noche de septiembre, de Franco Fortini


UNA NOCHE DE SEPTIEMBRE

Una noche de septiembre
cuando las recias mujeres roncas de cabellos quemados
se entregaban dulcemente en los pueblos calcinados
y en las fuentes la arena lavaba el tintineo de los platos de campaña
vi bajo la luna de cobre
por la calle violeta de Lodi a dos trabajadores, a tres chicas bailar
sobre los hilillos de tinta del fósforo en el asfalto
una noche de septiembre
cuando el júbilo y el miedo gritaban al unísono
cuando todas las mujeres charlaban con soldados
dispersas entre las hileras de las viñas
y en toda la ciudad no existía más que el vino agrio
de los cantos y todo era posible
al amor del tenue fuego de la radio
y quien al día siguiente yacería muerto en el camino
bebía apoyado en los delgados hierros de las estaciones
o se dormía abrazado al fusil sobre la paja
cuando el verano se incendiaba
de Ventimiglia a Salerno
y nada más había
y éramos libres
de huir, de no saber o de llorar,
una noche de septiembre.


(Traducción de M. Bastianes & A. Catalán)

**

UNA SERA DI SETTEMBRE

Una sera di settembre
quando le dure donne rauche di capelli strinati
si addolcivano pronte nei borghi calcinati
e ai fonti la sabbia lavava le gavette tintinnanti
ho visto sotto la luna di rame
sulla strada viola di Lodi due operai, tre ragazze ballare
tra le bave d'inchiostro dei fosfori sull'asfalto
una sera di settembre
quando fu un urlo unico la paura e la gioia
quando ogni donna parlò ai militari
dispersi tra i filari delle vigne
e sulle città non c'era che il vino agro
dei canti e tutto era possibile
intorno al fuoco della radio pallido
e chi domani sarebbe morto sugli stradali
beveva alle ghise magre delle stazioni
o nella paglia abbracciato al fucile dormiva
quando l’'estate inceneriva
da Ventimiglia a Salerno
e non c'era più nulla
ed eravamo liberi
di fuggire, di non sapere o piangere,
una sera di settembre.

21 de octubre de 2015

A los dioses de la mañana, de Franco Fortini


A LOS DIOSES DE LA MAÑANA

El viento agita laureles y pinos. Por los cristales, agua que baja.
Tras la niebla y las luces ves a ratos la costa, luego nada.
La mañana se afina en la estancia tranquila.
Un hilo de música rock, lápices, papeles.
Me hace feliz la lluvia. Oh dioses inexistentes,
proteged el idilio, os lo ruego. ¿Y qué más podéis hacer,
oh dioses del otoño, indulgentes durmientes,
melancólicas de ramas las sienes? ¡Qué majestuosos vuestros
luminosos cúmulos! ¡Cuanta ansiedad de hormigas en la sombra!


**

AGLI DÈI DELLA MATTINATA

Il vento scuote allori e pini. Ai vetri, giù acqua.
Tra fumi e luci la costa la vedi a tratti, poi nulla.
La mattinata si affina nella stanza tranquilla.
Un filo di musica rock, le matite, le carte.
Sono felice della pioggia. O dèi inesistenti,
proteggete l’idillio, vi prego. E che altro potete,
o dèi dell’autunno indulgenti dormenti,
meste di frasche le tempie? Come maestosi quei vostri
luminosi cumuli! Quante ansiose formiche nell’ombra!

(Franco Fortini, 1917-1994)
(Versión de A. Catalán)


30 de abril de 2015

Un poema de Anne Sexton


LA BALADA DE LA MASTURBADORA SOLA

El final de un amor es siempre la muerte.
Ella es mi taller. Ojo huidizo, al salir
de la tribu de mí misma mi aliento
te echa en falta. Provoco espanto
en quien se queda cerca. Estoy hastiada.
De noche, a solas, desposo la cama.

Dedo a dedo, ahora es mía.
No está tan lejos. Es mi encuentro,
la golpeo como una campana. Me recuesto
en la alcoba donde solías montarla.
Te apropiaste de mí en la colcha de flores.
De noche, a solas, desposo la cama.

Toma por ejemplo esta noche, amor mío,
que a cada pareja hace encajar
en un vuelco conjunto, arriba, abajo,
los abundantes dos en esponja y en pluma,
de rodillas, a empujones, cabeza con cabeza.
De noche, a solas, desposo la cama.

De esta forma me escapo de mi cuerpo,
un milagro insufrible. ¿Podría
poner el mercado de sueños a la vista?
Estoy desparramada. Crucifico.
Mi ciruelita fue lo que dijiste.
De noche, a solas, desposo la cama.

Vino entonces mi rival de ojos negros.
La dama del agua, alzándose en la playa,
un piano en sus dedos, vergüenza
en sus labios y un discurso aflautado.
Yo pasé a ser la escoba de rodillas quebradas.
De noche, a solas, desposo la cama.

Te eligió de la forma que una mujer elige
un vestido de saldo de las estanterías
y yo me rompí igual que se rompe una piedra.
Te devuelvo tus libros y tu equipo de pesca.
El periódico de hoy dice que te has casado.
De noche, a solas, desposo la cama.

Los chicos y chicas son uno esta noche.
Se desabrochan blusas. Se bajan las braguetas.
Se quitan los zapatos. Apagan las luces.
Las trémulas criaturas rebosan de mentiras.
Entre sí se devoran. Se sacian en exceso.
De noche, a solas, desposo la cama.

(Anne Sexton, Love Poems, 1969)
(Traducción, Andrés Catalán)
Original, aquí.



12 de abril de 2015

'Un poema sobre la memoria', de Tomas Venclova


UN POEMA SOBRE LA MEMORIA

¿Aguardas a los que se fueron? A las profundidades
se marcharon. Los muros los dejaron atrás,
y los cuadros, los lápices, los relojes, el alma,
la lluvia y la nieve, la arena y el castigo,
las agujas de pino y la inmortalidad.

Ahora es imposible saber quién está en lo cierto,
y cuando haces suma de todas las partidas,
tu insensata integridad acaba por quebrarse
y estalla en muchas voces encontradas.

Esto queda: el círculo que talló un cuchillo,
una marca en el vidrio, polvo en las estanterías,
tanta libertad, tantos versos y tanta falsedad,
como escasez de auténtico destino.

Dos voces también quedan. Acariciaron
el tibio e inquietante volumen de esta urbe.
Una sola gota de memoria les fue dada.
Tuya es. Y no pertenece a nadie.

Da vueltas, alada, ciega de nacimiento,
como una golondrina expulsada del nido.
¿Y de qué sirve todo tu clasicismo,
esa escuela de diversión y ceremonias?

Y así la hora, separada de nosotros,
condenada, cae revoloteando como un chal
sobre las escaleras, en cuartos y pasillos,
y en el hueco que aún se extiende
entre el tiempo que pasó y el tiempo que vendrá.

(Tomas Venclova, Diálogo de invierno)

(Versión de A. Catalán)
(Otra versión, de Abraham Gragera, aquí)

EILĖRAŠTIS APIE ATMINTĮ

Tu lauki pasitraukusių? Giliai
Jie pasitraukė. Juos paliko sienos,
Pieštukai, laikrodžiai, paveikslai, sielos,
Lietus ir sniegas, atpildas ir smėlis,
Nemirtingumas ir pušų spygliai.

Nebežinia, kuris iš jų teisus,
Ir kai rašai išsiskyrimų sumą,
Nebetenki betikslio vientisumo
Ir pats skiries į priešingus balsus.

Belieka ratas, brėžiamas peiliu,
Žymė stikle ir dulkės ant lentynų –
Tiek netiesos, tiek laisvės ir eilių
Ir taip nedaugel tikrojo likimo.

Belieka du balsai. Jie palytės
Šio miesto šiltą ir nejaukų tūrį.
Jiems buvo duotas lašas atminties.
Tu. ją turi. Ir niekas jos neturi,

O blaškosi, sparnuota ir akla,
Tarsi kregždė, kurios negeidžia lizdas,
Ir ko bevertas tavo klasicizmas,
Linksma ir iškilminga mokykla?

Taip valanda, nuo mūsų atskirta
Ji pasmerkta, nukrinta kaip skara
Ant kambarių, koridorių ir laiptų,
Ir ant spragos, kuri vis tiek yra
Tarp būtojo ir būsimojo laiko.


10 de abril de 2015

'Metro de Berlín. Hallesches Tor', de Tomas Venclova


METRO DE BERLÍN. HALLESCHES TOR

Invierno sobre Europa. Los campos asfaltados
se contraen, se arrugan, y se abren como una castaña.
El espacio reduce su arrogancia amenazante. Invierno
y la península de Berlín. Hueso, cartones, cemento.

Vemos el cielo vuelto del revés. Hay guardias en las calles.
Un parche resalta sobre un muro, las luces azules parpadean.
El vacío carece de dirección. El ovillo de hilo no te llevará
a otra existencia. Sobre Europa revolotea la nieve.

Al viajar tantos años y kilómetros acabas por no saber
qué orilla será tu destino. Jericó, Mitte, qué mas dará...
Cambian los planos de las ciudades, trabajan las termitas,
pero ese leve susurro nunca sustituirá a las trompetas.

Da un paso atrás, mira desde el ayer hacia el mañana.
Ahí, sumergido en la sucia nieve, un hombre se destaca.
No está destinado a ver arrastrarse por la Hallesches Tor
al vagón de cartón, que viene de ningún lugar y más allá.

(Tomas Venclova)

(Versión de A. Catalán)


8 de abril de 2015

Las Meninas, de Tomas Venclova

[Usando la versión inglesa de Ellen Hinsay y un par de diccionarios de lituano, me he atrevido a esto:]

LAS MENINAS

Nueve u once figuras, entre las cuales:
enanos, sirvientas, y un reflejo en
el oscuro y atento espejo,
y el autor, con el cuadro aún por

empezar, y que sigue ocultándonos
después de cuatro siglos. Según Foucault,
somos nosotros. Pero quizá modelo,
espectador y el pintor mismo sean

mas bien fragmentos de un solo prototipo.
La luz es más de la que podría nunca
entrar por la ventana (y, como en el paraíso,

su generosidad eclipsa toda imperfección).
Y las miradas trazan una mirada incorpórea
que el pincel nos enseña a preservar.

(Tomas Venclova. Original, leído por el autor, aquí)
(Versión de Andrés Catalán)




1 de abril de 2015

Perpendicular, de Kathy Fagan



PERPENDICULAR

Habría sido un buen sendero para que se cruzara un lagarto
pero no vi ninguno. Zarzas y escaramujos crecían
del lado de la ciudad, amapolas y hierbas silvestres junto al río.
Caluroso en exceso para los pájaros, los patos sí estaban, en el agua
y el cieno, y las ranas sí estaban, a cientos, pareciera, diciendo
Paso, Paso, con su voz más grave. Era hermoso
pero he visto la belleza y su contrario tan a menudo
que cuando el calor me acarició la piel recordé el invierno,
igual que una pena reciente te desarma cuando te despiertas del todo.
Cuando cumplió dos, le pregunté a mi joven amiga
qué serviría en su fiesta de cumpleaños y me respondió
tofu y cupcakes. Cuando tenía tres y yo estaba muy triste
me llamó y me dijo ¿Qué estás haciendo? ¿Coges flores?
Hablaba con poemas como si estuviera soñando todo el tiempo
o fuera muy vieja o Virginia Woolf. Más a menudo en el primer mundo
uno se despierta de y no en una pesadilla. Cuando soñé que perdía
a mi amor me obligué a despertarme por que no iba
a sobrevivir al dolor otra vez, incluso en sueños. ¿Quién es el responsable
de semejante clemencia, Doktor, el consciente o el inconsciente? Quiero
coger las amapolas y quiero dejar las amapolas tranquilas donde crecen.
Como mirar a través de la ventana de un tren en movimiento
a alguien que recorre una carretera bordeada de chopos
y ser alguien que recorre una carretera bordeada de chopos.
El tren y los árboles, una lluvia de pétalos y abejas,
el sol sobre el cristal y el tren perpendicular a la carretera.
Cosas que llegan únicamente por sí solas en las oscuras
sombras dobles de la hierba y los transeúntes. 

(Kathy Fagan, en el número de enero de 2015 de la revista Poetry)
(Traducción de A. Catalán)


6 de marzo de 2015

Un soneto del pintor Edgar Degas



En el último número de Litoral, 'Museum', me atreví entre otras cosas con un soneto de Degas. Degas, a cuyas quejas por no lograr escribir un buen poema pese a tener buenísimas ideas (la anécdota es conocida) Mallarme respondería "Pero Degas, los versos no se hacen con ideas, sino con palabras".

LA BAILARINA

Agonizante baila como en torno a una caña,
a una flauta en la que suena el aire triste de Weber;
la cinta de sus pasos se enreda, se anuda y ata,
su cuerpo se vence y cae con el gesto de un pájaro.

Suspiran los violines. Fresca, desde un azul de agua,
Silvana llega, y luego, de curiosidad, se agita;
la felicidad de revivir, y el amor en su rostro,
en sus ojos, sus senos, en todo este ser nuevo...

Y los pies de satén bordan, como con una aguja,
dibujos de placer. La imprevisible niña
agota mis pobres ojos, que tratan de seguirla.

Pero siempre por una nadería cesa el bello misterio:
en exceso adelanta las piernas en un salto:
es el salto de una rana en las charcas de Citerea.

(Edgar Degas. Traducción Andrés Catalán)

DANSEUSE

Elle danse en mourant, comme autour d'un roseau,
D'une flûte où le vent triste de Weber joue;
Le ruban de ses pas s'entortille et se noue,
Son corps s'affaisse et tombe en un geste d'oiseau.

Sifflent les violons. Fraîche, du bleu de l'eau,
Sylvana vient, et là, curieuse, s'ébroue;
Le bonheur de revivre, et l'amour sur sa joue,
Sur ses yeux, sur ses seins, sur tout l'être nouveau...

Et ses pieds de satin brodent, comme à l'aiguille,
Des dessins de plaisir. La capricante fille
Use mes pauvres yeux, à la suivre peinant.

D'un rien, comme toujours, cesse le beau mystère:
Elle retire trop les jambes en sautant:
C'est un saut de grenouille aux mares de Cythère.



15 de febrero de 2015

De Philip Levine (1928-2015)


Me despertó la noticia de la muerte de Philip Levine. Difícil decir algo medianamente coherente sobre alguien cuyos libros han llenado mis dos últimos años (es el único autor de mis tres estantes de poesía norteamericana del que tengo todos sus libros, más de diez) y que siempre fue tan simpático respondiendo a mis emails a cuenta del proyecto de reunir los poemas que escribió sobre España. No fueron muchos emails pero entre sus correos y las muchas veces que leí sus poemas o su biografía tengo la sensación de haber perdido un buen amigo

He traducido esta mañana este poema. Valga como despedida.

***

ÚLTIMAS PALABRAS


Y si el zapato se cayera del otro pie
¿quién lo oiría? ¿Si la puerta
se abriera a la pura oscuridad
y no fuera un sueño? ¿Si tu vida
acabara de la forma en que acaba un libro
con media página en blanco y los supervivientes
adentrándose en África o la locura?
¿Y si mi vida acabara al acabar la primavera
de 1964 mientras camino a solas
bajando la carretera de la montaña?
Canto para mí una vieja canción. Estudio
la forma en que la nieve resiste, gris
y empapada, bajo la sombra de los abetos.
Me pregunto si la bicicleta estará a salvo escondida
solo un poco más allá del camino. Hacia arriba
la carretera, negra y sinuosa, se pierde
de vista, allí donde se encuentra el valle en el que
viví la mitad de mi vida, fantasmal
y tranquilo. Doy gracias con un suspiro,
y después siento un extraño dolor surgirme
de la parte de atrás de la cabeza,
y se me oscurecen los ojos. Me doblo hacia delante
y apoyo las palmas sobre algo áspero,
el negro asfalto o un campo de rastrojos,
y el movimiento es el del penitente
justo antes de que se levante del todo
con el conocimiento de su enormidad.
Durante ese momento que sobrevivirá
la quema de todas las pequeñas bolsas
de grasa y aceite que son el alma,
yo soy el alma que alcanza hasta
la última falange de mis dedos
y más allá, brillando como diez cirios
en la cripta de la noche para cualquiera
que pueda ver, incluso aunque sean
las 12:40 de la mañana y yo
haya pasado de la oscuridad a un sol
tan feroz que el sudor me chorrea
por los ojos. No me levanto.
Un viento o un animal perdido o un grupo
de niños me arrastra hasta un lado
de la carretera y me da la vuelta
para que mis ojos abiertos se inunden de cielo.
Mis ropas se escabullen carretera
abajo sin mí, inflándose
en múltiples formas, enloquecidas
con la liberación. Mis monedas, anillos,
las llaves de la casa se hicieron añicos
como un trozo de hielo y cayeron entre
las espinas y hierbas de la montaña, como puntos
brillantes que te hacen pensar que hay magia
en todo lo que ves. No, no puede
ser, te dices, pues alguien te está hablando
con calma con una voz que reconoces.
Alguien con vida y confiado ha escrito
cada una de estas palabras exactamente
como las quería en la página.
Has vivido a lo largo de años
de rechazo, de libelo público, de muerte
cayendo como nieve en cualquier cabeza
que eligiera. No eres un niño.
Conoces la verdad. Estoy
aquí, como siempre estuve, leal
a una necesidad de hablar incluso cuando todo
lo que oyes es una leve corriente de aire
que te cosquillea en la oreja. Tal vez.
¿Pero y si ese montón seco
de hojas y tierra no fuera tierra
y hojas sino las gastadas obleas
de un deseo de ser humano? Detén el coche,
apaga el motor, y quédate
en el silencio que envuelve tu vida. Observa
cómo la hierba refleja el fuego, cómo
un viento remonta la colina
con paso seguro hacia ti hasta que te entra
en los oídos como una respiración que va
y viene, liberada de sus ataduras
a la sangre o el habla y que nada desmiente.

(Philip Levine, Sweet Will, 1985)
(De la traducción, Andrés Catalán)