30 de abril de 2015

Un poema de Anne Sexton


LA BALADA DE LA MASTURBADORA SOLA

El final de un amor es siempre la muerte.
Ella es mi taller. Ojo huidizo, al salir
de la tribu de mí misma mi aliento
te echa en falta. Provoco espanto
en quien se queda cerca. Estoy hastiada.
De noche, a solas, desposo la cama.

Dedo a dedo, ahora es mía.
No está tan lejos. Es mi encuentro,
la golpeo como una campana. Me recuesto
en la alcoba donde solías montarla.
Te apropiaste de mí en la colcha de flores.
De noche, a solas, desposo la cama.

Toma por ejemplo esta noche, amor mío,
que a cada pareja hace encajar
en un vuelco conjunto, arriba, abajo,
los abundantes dos en esponja y en pluma,
de rodillas, a empujones, cabeza con cabeza.
De noche, a solas, desposo la cama.

De esta forma me escapo de mi cuerpo,
un milagro insufrible. ¿Podría
poner el mercado de sueños a la vista?
Estoy desparramada. Crucifico.
Mi ciruelita fue lo que dijiste.
De noche, a solas, desposo la cama.

Vino entonces mi rival de ojos negros.
La dama del agua, alzándose en la playa,
un piano en sus dedos, vergüenza
en sus labios y un discurso aflautado.
Yo pasé a ser la escoba de rodillas quebradas.
De noche, a solas, desposo la cama.

Te eligió de la forma que una mujer elige
un vestido de saldo de las estanterías
y yo me rompí igual que se rompe una piedra.
Te devuelvo tus libros y tu equipo de pesca.
El periódico de hoy dice que te has casado.
De noche, a solas, desposo la cama.

Los chicos y chicas son uno esta noche.
Se desabrochan blusas. Se bajan las braguetas.
Se quitan los zapatos. Apagan las luces.
Las trémulas criaturas rebosan de mentiras.
Entre sí se devoran. Se sacian en exceso.
De noche, a solas, desposo la cama.

(Anne Sexton, Love Poems, 1969)
(Traducción, Andrés Catalán)
Original, aquí.



12 de abril de 2015

'Un poema sobre la memoria', de Tomas Venclova


UN POEMA SOBRE LA MEMORIA

¿Aguardas a los que se fueron? A las profundidades
se marcharon. Los muros los dejaron atrás,
y los cuadros, los lápices, los relojes, el alma,
la lluvia y la nieve, la arena y el castigo,
las agujas de pino y la inmortalidad.

Ahora es imposible saber quién está en lo cierto,
y cuando haces suma de todas las partidas,
tu insensata integridad acaba por quebrarse
y estalla en muchas voces encontradas.

Esto queda: el círculo que talló un cuchillo,
una marca en el vidrio, polvo en las estanterías,
tanta libertad, tantos versos y tanta falsedad,
como escasez de auténtico destino.

Dos voces también quedan. Acariciaron
el tibio e inquietante volumen de esta urbe.
Una sola gota de memoria les fue dada.
Tuya es. Y no pertenece a nadie.

Da vueltas, alada, ciega de nacimiento,
como una golondrina expulsada del nido.
¿Y de qué sirve todo tu clasicismo,
esa escuela de diversión y ceremonias?

Y así la hora, separada de nosotros,
condenada, cae revoloteando como un chal
sobre las escaleras, en cuartos y pasillos,
y en el hueco que aún se extiende
entre el tiempo que pasó y el tiempo que vendrá.

(Tomas Venclova, Diálogo de invierno)

(Versión de A. Catalán)
(Otra versión, de Abraham Gragera, aquí)

EILĖRAŠTIS APIE ATMINTĮ

Tu lauki pasitraukusių? Giliai
Jie pasitraukė. Juos paliko sienos,
Pieštukai, laikrodžiai, paveikslai, sielos,
Lietus ir sniegas, atpildas ir smėlis,
Nemirtingumas ir pušų spygliai.

Nebežinia, kuris iš jų teisus,
Ir kai rašai išsiskyrimų sumą,
Nebetenki betikslio vientisumo
Ir pats skiries į priešingus balsus.

Belieka ratas, brėžiamas peiliu,
Žymė stikle ir dulkės ant lentynų –
Tiek netiesos, tiek laisvės ir eilių
Ir taip nedaugel tikrojo likimo.

Belieka du balsai. Jie palytės
Šio miesto šiltą ir nejaukų tūrį.
Jiems buvo duotas lašas atminties.
Tu. ją turi. Ir niekas jos neturi,

O blaškosi, sparnuota ir akla,
Tarsi kregždė, kurios negeidžia lizdas,
Ir ko bevertas tavo klasicizmas,
Linksma ir iškilminga mokykla?

Taip valanda, nuo mūsų atskirta
Ji pasmerkta, nukrinta kaip skara
Ant kambarių, koridorių ir laiptų,
Ir ant spragos, kuri vis tiek yra
Tarp būtojo ir būsimojo laiko.


10 de abril de 2015

'Metro de Berlín. Hallesches Tor', de Tomas Venclova


METRO DE BERLÍN. HALLESCHES TOR

Invierno sobre Europa. Los campos asfaltados
se contraen, se arrugan, y se abren como una castaña.
El espacio reduce su arrogancia amenazante. Invierno
y la península de Berlín. Hueso, cartones, cemento.

Vemos el cielo vuelto del revés. Hay guardias en las calles.
Un parche resalta sobre un muro, las luces azules parpadean.
El vacío carece de dirección. El ovillo de hilo no te llevará
a otra existencia. Sobre Europa revolotea la nieve.

Al viajar tantos años y kilómetros acabas por no saber
qué orilla será tu destino. Jericó, Mitte, qué mas dará...
Cambian los planos de las ciudades, trabajan las termitas,
pero ese leve susurro nunca sustituirá a las trompetas.

Da un paso atrás, mira desde el ayer hacia el mañana.
Ahí, sumergido en la sucia nieve, un hombre se destaca.
No está destinado a ver arrastrarse por la Hallesches Tor
al vagón de cartón, que viene de ningún lugar y más allá.

(Tomas Venclova)

(Versión de A. Catalán)


8 de abril de 2015

Las Meninas, de Tomas Venclova

[Usando la versión inglesa de Ellen Hinsay y un par de diccionarios de lituano, me he atrevido a esto:]

LAS MENINAS

Nueve u once figuras, entre las cuales:
enanos, sirvientas, y un reflejo en
el oscuro y atento espejo,
y el autor, con el cuadro aún por

empezar, y que sigue ocultándonos
después de cuatro siglos. Según Foucault,
somos nosotros. Pero quizá modelo,
espectador y el pintor mismo sean

mas bien fragmentos de un solo prototipo.
La luz es más de la que podría nunca
entrar por la ventana (y, como en el paraíso,

su generosidad eclipsa toda imperfección).
Y las miradas trazan una mirada incorpórea
que el pincel nos enseña a preservar.

(Tomas Venclova. Original, leído por el autor, aquí)
(Versión de Andrés Catalán)




1 de abril de 2015

Perpendicular, de Kathy Fagan



PERPENDICULAR

Habría sido un buen sendero para que se cruzara un lagarto
pero no vi ninguno. Zarzas y escaramujos crecían
del lado de la ciudad, amapolas y hierbas silvestres junto al río.
Caluroso en exceso para los pájaros, los patos sí estaban, en el agua
y el cieno, y las ranas sí estaban, a cientos, pareciera, diciendo
Paso, Paso, con su voz más grave. Era hermoso
pero he visto la belleza y su contrario tan a menudo
que cuando el calor me acarició la piel recordé el invierno,
igual que una pena reciente te desarma cuando te despiertas del todo.
Cuando cumplió dos, le pregunté a mi joven amiga
qué serviría en su fiesta de cumpleaños y me respondió
tofu y cupcakes. Cuando tenía tres y yo estaba muy triste
me llamó y me dijo ¿Qué estás haciendo? ¿Coges flores?
Hablaba con poemas como si estuviera soñando todo el tiempo
o fuera muy vieja o Virginia Woolf. Más a menudo en el primer mundo
uno se despierta de y no en una pesadilla. Cuando soñé que perdía
a mi amor me obligué a despertarme por que no iba
a sobrevivir al dolor otra vez, incluso en sueños. ¿Quién es el responsable
de semejante clemencia, Doktor, el consciente o el inconsciente? Quiero
coger las amapolas y quiero dejar las amapolas tranquilas donde crecen.
Como mirar a través de la ventana de un tren en movimiento
a alguien que recorre una carretera bordeada de chopos
y ser alguien que recorre una carretera bordeada de chopos.
El tren y los árboles, una lluvia de pétalos y abejas,
el sol sobre el cristal y el tren perpendicular a la carretera.
Cosas que llegan únicamente por sí solas en las oscuras
sombras dobles de la hierba y los transeúntes. 

(Kathy Fagan, en el número de enero de 2015 de la revista Poetry)
(Traducción de A. Catalán)