8 de febrero de 2016

Un poema de Edward Hirsch



LA RENUNCIA A LA POESÍA
(Hofmannsthal en Atenas, 1908)

Estos ruinosos días de otoño. Al alba
el resplandor se filtra por el aire arrasado,
al anochecer el aire recoge el resplandor.

Así que esto es Grecia, mítica decadencia. Durante
años soñó con acariciar las faldas de estas colinas
y subirse a los hombros atronadores del Egeo,

pero ahora le embarga un cierto desencanto
en un país de tumbas y columnas, cementerios
y excavaciones, piedras y fragmentos de piedra.

El polvo del camino aún se aferra a su cuerpo
y las pizcas de sol se borran de su piel.
¿Qué le ha sucedido a las eternas presencias?

Asciende hasta la Acrópolis antes de que anochezca
para observar al sol ponerse detrás del Partenón.
Los primeros fuegos se avivan en el cielo,

y le llega un aroma de acacias, de trigo 
en sazón y mar abierto. Pero nada trasciende.
Bajo esta luz todo se desvanece en la niebla.

Estos griegos, se pregunta, quiénes son
sino sombras desleídas en sombras, profetas
de la no existencia, premoniciones de vacío.

Imposible antigüedad, búsquedas sin sentido.
Los desprecia por haberse convertido en vanos alardes
y traiciones eternas, en los simples adornos de una pared.

Edward Hirsch
Traducción, A. Catalán


(Original, aquí)


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